El sábado 08 de julio nos levantamos
con la noticia desde España, a través del presidente de su Gobierno Lic.
Mariano Rajoy, de que a Leopoldo López, preso político de Nicolás Maduro y
líder opositor venezolano, le habían otorgado por parte del Tribunal Supremo de
Justicia, el beneficio procesal de “Casa por cárcel” con el fin de cumplir el
resto de su condena de 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas desde su residencia
al lado de su esposa e hijos.
Sobre López pesa dicha sentencia por
los delitos de: “Incendio de edificio público, daños a la propiedad pública,
instigación a delinquir y el delito de asociación para la delincuencia
organizada”; imputados en un juicio denunciado por muchas organizaciones de
derechos humanos y gobiernos en todo el mundo, de viciado y mal
intencionado, sin respeto al debido proceso y donde finalmente fue
responsabilizado por las protestas de 2014, las cuales dejaron un saldo de 43
personas fallecidas, más de 800 personas heridas y perdidas económicas, según
cifras oficiales, de 10 mil millones de dólares.
Tras la confusión inicial al leer la
noticia, sin confirmación de ningún actor nacional y con el silencio de los
familiares, fuimos testigos de cómo el Gobierno Venezolano una vez más,
haciendo uso de su red de medios nacionales y sus voceros internacionales,
revelaban el verdadero plan que hay detrás de una jugada política de este
tenor. Vimos a un Nicolás Maduro en cadena nacional mencionando la decisión del
TSJ (propuesta por su presidente Maikel Moreno) y dejando claro que “en virtud
de la separación de poderes existente en Venezuela, él como presidente
respetaba la decisión del poder Judicial”. En la misma cadena Maduro declaraba
su inocencia en el juicio contra López señalando a la Fiscalía como
responsable de los delitos imputados. Cabe recordar que la Fiscal General
de la República, hoy por hoy, es una de las más fuertes oponentes al régimen,
en la pretensión de éste de realizar una asamblea constituyente, que en opinión
de muchos analistas políticos, solo serviría para quitar el carácter
democrático de las subsiguientes consultas con el único fin de perpetuar a los
actuales mandatarios en el poder.
El hecho cierto es que la noticia
sorprendió a todos en Venezuela, ser emitida desde la Cumbre del G20 por el
presidente del Gobierno Español, trajo consigo conjeturas de toda índole, desde
negociaciones para una salida presidencial hasta trampas y conspiraciones
internacionales para mantener el “status quo”. El gobierno de Venezuela
hábilmente aprovechó la confusión para restar importancia a los 99 días de
protestas pacíficas como forma de presión para que se den cambios en el país.
Horas después y por televisoras privadas nos encontramos al “Defensor del
pueblo” Tarek William Saab, revelando que fue la misma Lilian Tintori (esposa
de López) quien solicitó en una carta dirigida a él la medida, “las
negociaciones tienen tiempo y los familiares sabían que se estaban estudiando
alternativas”, esto con la intención de dejar mal parada a la conocida
dirigente y comunicadora.
La ola de críticas a Lilian, a la MUD
(Mesa de Unidad Democrática) y a todos los dirigentes de oposición no se hizo
esperar. El gobierno logró una vez más minar la credibilidad de los opositores
sembrando desconfianza y decepción en sus seguidores. En una batalla mediática
nos encontramos con la mayoría de los venezolanos coincidiendo en la necesidad
de salir de Maduro, pero distraídos hablando sobre las razones que tenían
dirigentes y familiares de López en “negociar” su salida de la cárcel y no una
salida del Régimen.
Este es el momento para pensar en lo
que realmente nos está pasando. Las razones para protestar siguen intactas, la
inseguridad, el desabastecimiento y el hambre campean sobre el suelo patrio, el
gobierno se empeña en su constituyente fraudulenta y a Leopoldo solo lo
cambiaron de cárcel. El agradecimiento por la medida solo habla de la
desesperación de una esposa por la condición de su marido preso y las voces
unidas del gobierno dejando ver su apego a la misma medida, nos muestra la
bajeza del régimen que imposibilitado de ofrecer soluciones se dedica a dividir
para buscar victorias momentáneas sobre sus oponentes. Lo único que ganó
el gobierno con todo esto fue tiempo, sin embargo no mucho. “Divide y
vencerás”, es la estrategia a la que apela el régimen.
No olvidemos por favor que en Venezuela
no hay una democracia. Nos matan de distintas maneras: hampa, hambre,
violencia, desabastecimiento y represión.
No hay elección que devuelva
el carácter democrático a estos delincuentes que nos gobiernan
hoy. Seguimos teniendo la última palabra sobre nuestro
destino. No le hagamos el juego el gobierno.
Venezuela exige coherencia, seriedad y
unidad. ¡El país está PRIMERO!