Antes de contestar esta
pregunta quiero advertir que lo hago desde mi óptica como comunicador y
ciudadano que ha observado el deterioro de la calidad de vida de mis
compatriotas en los últimos 6 meses surfeando una crisis, la peor de los
últimos tiempos, así que las siguientes líneas son un ejercicio de objetividad
desde mi esquina, con la prudencia que se debe tener en un país donde la
imprudencia en todo sentido se paga muy caro.
No es un secreto
para nadie que las condiciones de vida para los venezolanos son las peores que
ha vivido el país y sus ciudadanos en la llamada era democrática, que se inicia
en 1958 con el derrocamiento del general Marcos Pérez Jiménez. A partir de ese
momento, gobiernos socialistas moderados se alternaron el poder descuidando a
un pueblo al punto que para 1998, cuando el sistema de democracia bipartidista
se agotó como alternativa, dio paso a una tercera vía personificada en el
Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, que entre otras cosas, volteó su mirada
hacia los más desposeídos, los que no habían sido observados por los gobiernos
democráticos, ganando las elecciones, a pesar de que los partidos del “Status
quo” manipularon el sistema para impedir su victoria, una coalición de partidos
de izquierda, la intelectualidad y los grandes medios hicieron posible el
posicionamiento como figura del militar. Chávez ganó en buena lid.
Cuando los apoyos
democráticos le incomodaron a Chávez, poco a poco, se fue virando hacia a la
izquierda, siempre arropado bajo la legitimidad que le daba ser el primer
representante del pueblo. En su nombre defendió los ideales populares contra
los enemigos, aquellos que hicieron invisible a los más pequeños, los medios, la
intelectualidad, el imperio, el poder económico, entre otros. Con una bonanza
petrolera sin precedentes, Chávez busco cerrar la brecha entre ricos y pobres,
utilizando a los uniformados para ello y el “Plan Bolívar 2000” fue el primer
ejemplo de ello. El pueblo vio en Chávez a su protector. Desafortunadamente
para Chávez, una enfermedad lo saca del juego político: un cáncer lo mata, pero
ya había sido sembrado en el colectivo que la lucha por defenderse de aquellos
que no se ocuparon en el pasado habría que librarse. Desafortunadamente para el
pueblo, otro cáncer se enquistó en quienes gobiernan hoy. La corrupción se
abre paso para que desde la ignorancia y la ambición se aferren al poder los
herederos del “comandante eterno”.
Es absolutamente inconsistente que un pueblo
sometido a falta de alimentos, con hambre, sin medicinas, con índices de
violencia altísimos, donde se ha destruido todo el aparato productivo y
viviendo en pobreza extrema, apoye a sus gobernantes como nos sugiere el
resultado electoral, pero también es cierto que una renovación de cuadros
dentro del gobierno, donde se rescate el ideal abrazado por las razones que
llevaron al gobierno a ser mayoría en su oportunidad podría hacer que se tenga
más miedo a ser invisibles otra vez que a aventurarse por caminos de trabajo y
rescate de derechos y beneficios que jamás han conocido.
Todos los sondeos y
compañías especializados daban por descontado que el “descontento” ganaría
cerca de 18 gobernaciones en los comicios del pasado 15 de octubre, las
encuestadoras, en un hecho sin precedentes, acertaron el número de
participación que, según datos oficiales, es ligeramente superior al 61%, pero
no así los resultados, lo que quiere decir, que los modelos de análisis y
comportamientos estadísticos probados en todo el mundo en la única parte donde
no funcionan es aquí. Cuidado, esto no basta para cantar fraude, pero es una
observación a tomar en cuenta.
¿Por qué el gobierno
“ganó” las elecciones regionales?
Primero tenemos que
decir que esto no se debe a una sola razón sino a la sumatoria de múltiples
elementos a considerar:
1) La mayoría de los abstencionistas son
independientes u opositores.
El fenómeno
de la abstención fue determinante cuando ésta se procuró y focalizó en áreas
específicas del electorado. Si la mayoría de los independientes u opositores
votan contra el gobierno, pero estos se abstuvieron, es lógico que el resultado
no se parezca en nada al sentimiento general.
2) El sesgo electoral.
La elección
regional no fue competitiva y mucho menos justa. El poder electoral hizo
cambios de domicilios focalizados de última hora, no le permitió a la oposición
sustituir candidatos, no informó debidamente al electorado de sus acciones, en
fin, beneficiaron abiertamente al sector oficial y con cada nueva declaración
auspiciaron la abstención. Todo el aparato gubernamental trabajó para
desalentar el voto opositor y para amarrar el voto de los más desposeídos. La baja
inversión hecha por el gobierno en publicidad sugiere que no le interesaba el
voto popular, su esfuerzo fue asegurar que su voto duro fuese a votar, esto
último lo logró.
3) La oposición fue dividida.
El Gobierno
se compactó ante la amenaza cierta de perder el control de las gobernaciones,
en cambio la oposición se dividió entre “Moderados” y “Radicales”. Esta
división impactó directamente las posibilidades de victoria de quienes
promueven el voto como opción de lucha, perdiendo potencia y efectividad de la
alternativa propuesta en estados claves.
El
descontento sigue siendo mayoría, los promotores del voto no.
Todo esto
podría explicar en parte lo ocurrido en las elecciones regionales, lo que no
podemos es perder el centro. Estos resultados no se habrían obtenido en el
marco de unas elecciones abiertas, transparentes y competitivas, donde el
árbitro en vez de jugar a favor de una de las partes se hubiese comportado como
garante de la voluntad popular. Una cosa si es cierta, hoy el gobierno está
alejado más que nunca de la democracia, hoy es más ilegítimo, ha cerrado la
alternativa electoral con descaro y sin piedad, hoy son más dictadura que ayer.
El descontento es
mayoría, cómo capitalizarlo para vencer es la gran tarea que tienen los líderes
de la oposición hoy.
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