¿Feliz día de la radiodifusión en Venezuela?
“Las noticias no son buenas ni malas, son solo noticias.”
“En una situación injusta, ser indiferente es estar del lado del opresor.”
“La Libertad de expresión sin trascendencia es letra muerta, palabras al viento”.
“Un comunicador, más allá de su propio criterio, debe ser veraz, so pena de no parecer imparcial.”
Todas las locuciones anteriores han estado presentes, y lo siguen estando, a lo largo de mi vida como radiodifusor. Crecí en una familia de comunicadores donde el transporte de noticias fue lo más importante siempre. El mundo giraba solo en torno a los contenidos y de la veracidad de los mismos dependía la toma de decisiones de los receptores. El telégrafo primero y la radio luego como canales de transporte de mensajes, daban a este día la preponderancia necesaria como para sentirse orgulloso de pertenecer a un selecto grupo de personas en quienes la mayoría creía en su palabra. Hoy es diferente. Tengo 54 años y vivo el tiempo donde más ha cambiado la forma de comunicarse. Ya todos somos emisores y receptores, nadie puede arrogarse para si la verdad y es esa diversidad la que nos ha hecho dudar de todo lo que parezca noticias, lo que parezca política, lo que parezca información, de todo lo que parezca vivir. Nos creemos con derecho a criticar al mensajero y el contenido lo descartamos, es tanta la frustración sentida por culpa de los malos comunicadores que hemos llegado a creer que ellos representan a todos los de su profesión y lo mismo nos pasa con las demás profesiones, todos son malos, todos son pagados, todos nos mienten...
La verdad sea dicha, hoy por hoy hay pocos radiodifusores. Es difícil mantener la opinión personal bajo control en el tiempo que nos toca vivir hoy. En un mundo donde los “fake news” son más difundidos que la verdad, azotado por un virus del cual conocemos poco o nada, donde preferimos creer en cualquier conspiración antes de cuidarnos, el verdadero problema es que no tenemos fe en nuestro comunicadores.
Vivimos tiempos raros, tiempos de pandemia, que recordaremos por ser años en los que tuvimos que decidir en quién creer y qué creer.
Ya lo dice la definición jurídica de radiodifusor: “Es quien transmite mensajes íntegros y sin modificaciones”. Si aplicamos esto, los radiodifusores son una especie en extinción, no porque no existan, sino porque cada día es más difícil reconocerlos.
En mi Venezuela natal, el oficio lo ha prostituido el gobierno, no la política. El ciudadano acosado por un emisor torpe y mal intencionado ha sido víctima de la máquina de propaganda mejor diseñada para oprimir y en su afán de crear confusión, contamina en todas las direcciones a los demás emisores, como virus sin cura. Con toda propiedad les digo que quienes en mi país se erigen como comunicadores salvadores del pueblo, porque según ellos mismos interpretan lo que el pueblo quiere, no son otra cosa que dictadores y que como todos los dictadores terminarán presos o muertos. Son solo eso. Tras su ocaso podremos entonces celebrar un día como el de hoy con la confianza segura de que vendrán tiempos mejores.
Eleazar Antonio Ramos Ortega
Múnich
06.06.2021
#Venezuela #dictadura #radiodifusor
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