martes, 1 de agosto de 2017

Sorpresa

Caracas y Venezuela amanecen sin sorpresas. Desde hace un tiempo una buena parte de los venezolanos sabemos que el gobierno revolucionario miente en todo lo que dice. Es por ello que no sorprendió a nadie cuando, pasada la media noche, la presidenta del Consejo Nacional Electoral la socióloga Tibisay Lucena anunció que la participación en el evento electoral de elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente había sido de más de ocho millones de votantes. Incluso ese número ya lo sabíamos. El gobierno de Maduro se planteó vencer la cifra que ellos mismos habían desconocido dos semanas antes cuando la oposición había anunciado sus siete millones seiscientos mil participantes en su consulta contra lo que se cree podrían ser las intenciones totalitarias de la revolución. Tampoco fue sorpresa el discurso incendiario y amenazante utilizado por Nicolás, embriagado por la falsa victoria que a los ojos de todos lucía como un intento desesperado por disfrazar la profunda derrota que le había propinado el pueblo venezolano con la ausencia evidente de electores a su llamado a constituyente fraudulenta. No sorprendió que tampoco no sonaran los cohetes y caravanas por las calles celebrando una inexistente victoria, nada de esto pasó. La Venezuela del 30 de julio está más que enterada, incluso aquella que apoya aun a Maduro, de que la inmensa mayoría quiere que las cosas cambien radicalmente en el país. La Fiscal General de la República reiteró su llamado a desconocer el “Fraude Constituyente” manteniéndose ella y su institución en pie de guerra contra la violación de la constitución. Tampoco fue sorpresa cuando en su rueda de prensa habló de los delitos de Lesa Humanidad y su postura de ir a instancias internacionales para su denuncia. 40 países rechazan y desconocen la Nueva Asamblea Nacional constituyente y la declaran nula. Estados Unidos incluyó a Nicolás Maduro en un muy selecto club de presidentes sancionados por el departamento del Tesoro, club, éste conformado por Mugabe, Kim Jong-un y Bashar al-Ásad, puras joyitas, por cierto, llamaron a Maduro “Dictador”. ¡Nicolás ya tienes el título! Almagro se dejó ver en los medios internacionales y las redes sociales con una declaración para la historia, habla de la determinación del pueblo a seguir luchando contra “Los Dictadores” y una vez más nos mostró su compromiso inquebrantable de continuar desde su posición en la OEA para lograr la libertad y la democracia en Venezuela. La represión se hizo presente una vez más dejando como saldo al menos 10 personas fallecidas en el marco del fraude electoral, tampoco sorprendió el desparpajo con que nuestro flamante ministro de defensa, Wladimir Padrino López, negó la existencia de tales eventos, así como la risa irónica de Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas, al referirse al tema de la violencia.  Nada de esto tomó por sorpresa a los venezolanos, el lunes temprano, en cualquier rincón se escuchaba hasta con tranquilidad lo que había pasado el día anterior, nada ha cambiado, las protestas seguirán y el régimen ahora es más débil, cada día son más los que saben que mienten.
Sorpresa se llevaron Maduro y sus secuaces cuando se dieron cuenta que la desesperanza no se hizo presente esta vez. Por más esfuerzo mediático y económico no lograron amilanar la voluntad de los venezolanos. La constituyente nació muerta.
Nicolás ya se sabe Dictador…
Por ello, de madrugada, entre gallos y medianoche, como actúan los delincuentes, ladrones, autoritarios y dictadores, secuestran a Leopoldo López y a Antonio Ledezma. Esta acción solo busca golpear la esperanza que tiene el pueblo de que este régimen esta en sus tiempos finales.
Venezuela lo sabe, sabe que son y sabe cómo actúan, así que hagan lo que hagan, ya nadie les cree.
Los venezolanos somos demócratas, sabemos de elecciones, sabemos que lo que vivimos no es un estado normal, sabemos que nos gobiernan delincuentes y es por ello que nada de lo que digan nos toma ya por sorpresa.

Vaya que sorpresa para el gobierno enterarse de que ya Venezuela no le tiene miedo.