Era una mañana hace 5 años, mi
padre acaba de sufrir una recaída que marco el inicio de lo que serían sus próximos
4 años, ya el gobierno había cerrado RCTV, mi hermana estaba a punto de dar a
luz, mi hija menor preparándose para hacer su primera comunión y mi esposa me
dice que no hay nada para acompañar la comida, que si podía que trajera algo de
carne para medio día. Salgo como a las 9 y me encuentro a un vecino que solo
habla mal de Chávez y de sus planes para irse del país, “Brasil es el mejor país del mundo, ya tengo todo listo, por cierto
vecino, tienes un caucho espicha’o… Tu si estas jodido, Chávez cierra RCTV y tú
te tienes que ensuciar las manos temprano…” Bajar los cuatro pisos con
aquel personaje no fue nada comparado con ver mi carro y el caucho sin aire con
él al lado. El 28 de mayo de 2007 era un lunes, de esos que te hacen decir que
en el infierno todos los días son lunes, el día anterior se vencía la concesión
de Radio Caracas Televisión, todo el mundo hablaba de eso, pero nosotros teníamos
nuestra propia noticia, la mitad del tiempo de ese día lo pase en carretera, de
Calabozo a Caracas y viceversa, la tristeza se nos acercaba por distintos
flancos y a todos como familia nos tocaba, el negocio no estaba en su mejor
momento, “la gente prefiere FM” solía repetir en aquella época y para variar yo
llamaba muy poco, solo mi madre sabía cómo estaban las cosas. Al día siguiente
solo pensaba en mi padre, hable con todos menos con él, está estable, que vaina
con mi viejo, tan fuerte que meses después cargo a las morochas y bailo el vals
en los quice años de Alba y luego en los de Eileen. El vecino seguía hablando y
mi ánimo no era el mejor, Chávez, Brasil, RCTV, Me voy, vendo, no paraba de
hablar, eso si, no busco de ayudarme solo hablaba y hablaba y debo confesarles que en algún momento deje de escucharle, pero él seguía irritando mi ya muy
delicado estado de humor, fue en ese instante que sucedió algo que cambio mi
manera de ver las cosas para siempre, sacando el gato para subir el carro vi la
palanca o cachimbo que se usa para aflojar las tuercas, la tome y me volví hacia
el insoportable vecino decidido a callarlo de un solo golpe, así sería mi cara
en ese instante que él se quedo callado y pregunto “¿Qué te pasa Eleazar? ¿Tú
me vas a pegar? El tiempo se detuvo, no se escuchaba nada, solo el silencio, un
momento eterno y volví, “No chamo estás loco” termine diciendo dejando cae la
palanca al piso. Nos reímos juntos, el vecino se fue y yo cambie el caucho,
pero algo paso que me asusto. A propósito de los tiempos que estamos viviendo,
esta locura colectiva que vemos en cada esquina, un país que no encuentra
respuestas, de Padres que no tienen trabajo, de hijos que no conocen a sus
padres, de madres que lloran a sus hijos, de país que no tiene gobierno, de
gobierno que habla con “PRANES” pero no con ciudadanos y a pesar de todo esto
una gran parte de mi país no quiere cambiar las cosas, ¿es que se volvieron
todos locos? Desde que me paso lo que anteriormente les expuse pienso muy a
menudo en ese episodio, pensando en la manera que hubiese cambiado mi vida de
no haber reaccionado para terminar riéndome y abrazando a alguien que no
soportaba, si alguien me hubiese azuzado, de seguro que otro seria el final,
pero más pudo todo lo que mis padres me enseñaron, aquella “Educación domestica”
de la que hablaba mucho mi Padre, los valores y ejemplos, que no permitieron
que me perjudicara, bien por mí pero, ¿mi país tendrá la misma suerte?. Cuando
desde el gobierno se le hace creer a la población que la violencia está en los
medios y no en la calle, que los comunicadores son enemigos de la libertad de expresión,
que los médicos solo quieren una población enferma para enriquecerse, que robar
se justifica si se tiene hambre, que la propiedad no se justifica solo se
prueba y que el trabajo solo es la expresión de explotación por parte de los
patronos, entonces vivimos en una locura, locura inducida por quienes nos
gobiernan y disfrutan las riquezas de nuestros suelos y no quieren que las
cosas cambien. Quiera Dios que los recuerdo y valores democráticos afloren una
vez más y a la hora de votar escojamos el camino de la democracia y no el de la
locura. Me despido mis queridos lectores pensando que estos 13 años han sido un
momento eterno, un desvarío, Ojala así sea.
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