88 años tenía mi padre cuando viéndose
como lo estaba dejando una serie de enfermedades me decía a manera de broma “esperando
por que se haga la voluntad de Dios, está visto que la mía no.” En más de una
oportunidad respondió de esa manera ante mi pregunta ¿Qué quieres? Después me decía
lo que quería en el momento, pero estaba claro lo que él sentía. Hoy es muy fácil
para mí, pero en aquella oportunidad no era para nada sencillo aceptarlo. MI
padre entre otras cosas, no quería verse allí en la cama dependiendo de otros,
no quería ver a mi mamá a quien amaba, atenderlo, no quería que lo vieran en
esas condiciones, disminuido y sin fuerzas, pero jamás, en ningún momento, dijo
que no nos quería. Eso no cambió. En principio
casi no lo notamos, pero luego se hizo evidente que mi padre cada vez más,
estaba ausente, a menudo confundía nombres, lugares y fechas e incluso llego a
desconocer a quienes estábamos a su alrededor, pero en los momentos que estaba
con nosotros y él se percataba de su condición, retomaba el tema de esa manera
elegante como lo exprese al principio de estas líneas, cuando me veía llegar en
la puerta decía: “llego la fuerza bruta” al final eso era lo que el veía en mi. No tengo
que ahondar en lo difícil que era (es) aceptar aquello, mi Padre moría frente a
nosotros y él lo deseaba, se despedía, nosotros no, lo queríamos allí a nuestro
lado, entonces fue cuando cambio radicalmente, 7 días antes de morir, despertó de
una larga noche que duro 3 días, lo primero que hizo fue pedir café, yo estaba
a su lado y lloré pensando, Ahí está mi
viejo luchando, nada ha cambiado, pero estaba equivocado.
El sábado pasado, cerca de medio
día, el presidente Chávez encadeno al país en una transmisión desde el llamado “Balcón
del pueblo” Enérgico e insultando a todos los que están en contra, llamando
traidor a colaboradores que se atreven a expresar sus puntos, también pensé como
hace seis meses, allí esta, nada ha
cambiado, pero igual estaba equivocado. He tenido varios episodios en mi
vida donde he creído enfrentar a la muerte, accidentes de tránsito, robos donde
me han apuntado directamente, dolencias de salud, en todas estas situaciones he
sentido miedo y por supuesto no quiero morir, no ahora, mis hijas, mi madre, mi
gente me necesita, Dios sabe lo que hace, en otras palabras, lo que quiero
decir es que no estoy preparado para aceptar mi propia muerte. Mi padre acepto
su condición, primero se negaba a vivir lo que lo rodeaba, pero una buena
noche, la noche antes de él partir, me dijo sin rodeos ante la misma pregunta “¿Qué
quieres? “Me quiero morir.” Mis queridos lectores, por más doloroso que parezca
debo decirles que él estaba listo y nosotros de alguna manera también. El Chávez
que vi por TV este sábado ya sabe su condición pero está en esa fase donde no
quiere que lo veamos débil, enfermo, pero él sabe de su situación. Se ve a sí
mismo humano, limitado, cuando en algún momento de su discurso dijo “Yo soy más
que este recipiente” refiriéndose a su propio cuerpo, sitió lastima por si
mismo, pero al igual como ocurrió con mi padre no dejaron de ser quienes eran
por el hecho de aceptar a “la gran niveladora.” Aceptar la muerte implica un cambio para sí
mismo, no para con los demás. Mi Padre nos amo hasta el último momento de su
vida y Chávez será un dictador hasta su último aliento. Por lo pronto cuando me
preguntan, respondo como lo hacia mi padre: “esperando por que se haga la
voluntad de Dios, está visto que la mía no.”
Excelente hermano, cada post es mejor que el anterior....
ResponderEliminarSolte mis lagrimitas
Solo quiero decirte, que mis hijas, hannah y yo tambien te necesitamos
Te quiero a chorro
Hanna? jajaja yo también te quiero mucho. Gracias por leerlo y recomendarlo.
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