domingo, 6 de septiembre de 2015

Crónicas de un día normal (1era. parte)

Crónicas de un día normal (1era. parte)
Las caras tristes de un pueblo alegre…


Salgo temprano en la mañana a una diligencia bancaria. He tomado todas las previsiones necesarias para evitar sustos así que me enfrento a la calle como lo hacen todos los días miles de venezolanos en este alegre país.
Treinta minutos esperé por un taxi. No hay casi unidades, entre la falta de repuestos y la inseguridad cada día hay menos taxistas en la calle, así me comentó el señor que finalmente me llevo al terminal.
Allí otra espera, la gente molesta por la ausencia de unidades, las razones son las mismas y se le suma que más de un conductor ha dejado el trabajo por ponerse a "Bachaquear"dicen algunos en la cola, porque en estos días se hace cola por todo. Y yo que no hago colas ni para cobrar cheques no tenía el mejor de los ánimos.
Arranca la camioneta, "250 Bs. señor" un aumento sin autorización, si no está de acuerdo se puede bajar, un señor muy mayor exigiendo respeto por su edad, esfuerzo inútil. Quien  cobra le dijo que tenía que pagar completo porque tenían muchos de la tercera edad, la respuesta es la misma, "Si no quiere pagar completo se puede bajar", suena Romeo Santos, "Los infieles" a mi lado una muchacha de unos 18 años bailaba y cantaba mientras le daba "pecho" a su hija recién nacida, "¿coño será que me bajo?"  pensé por un instante, no lo hice… Seguimos adelante,  viendo a los lados saco mis audífonos, en un intento de suavizar la realidad, en mi Ipod suena Ilan Chester, por más que quieres darle otro color a tu alrededor la realidad te cachetea…
Un conductor que no respeta límites de velocidad, Buhoneros ofreciendo platanitos "orgánicos" mi hermano escribe en Whatssapp  que no coma eso que pueden estar contaminados, escucho Green day, la muchacha sigue bailando, ahora regueton, se para la camioneta en plena autopista y se montan unos efectivos de la Guardia Nacional, "Señores necesitamos que nos muestren sus cédulas" están buscando colombianos indocumentados, la muchacha  a mi lado dejo de bailar, no tiene cédula, muestra un papel, la dejan quieta, "quien se cala el carajito llorando, eso te salvó" le dice el guardia con un acento oriental.  Seguimos, suena a todo volumen Eddie Santiago, en mis audífonos Cerati, El Gobierno Bolivariano está reparando la Autopista, la cola es tremenda, una hora parados casi, un viaje de dos horas se convierte  en tres y media para llegar a Caracas.
"La Bandera" es un sitio hostil, hay que estar pendiente, mosca con todo, caminar hasta el Metro siempre es azaroso, corriendo el riesgo me dejé los audífonos puestos, sonaba ahora "La Mala Rodríguez", El Metro de Caracas, ese espacio de avanzada en el pasado es tierra de nadie hoy, un sálvese quien pueda donde todos van a por lo suyo. Llegar a Plaza Venezuela es toda una aventura, que se hace cotidiana sin dejar de ser extrema.
Llego a mi banco y solo me tomó un minuto, "espere un correo electrónico, todo está bien", ¿y por qué  no me dijeron eso por teléfono? Me hubiese ahorrado este baño de realidad.
El regreso casi con las mismas características, dos señores en el Metro intercambiando experiencias en las colas por alimentos, "¿y había azúcar y café? No "el mío" nada de eso".  El Metro es una experiencia casi extrema. En el pasado quedo aquello de "Dejar salir es entrar más rápido"  Ahora entras rápido porque si, un caos digno de una escena de naufragio, se vive a diario y es tan cotidiano que la gente ya lo asume como normal. En "La Bandera" de nuevo, la muchacha que esta chequeando con el detector de metales ayuda a un minusválido a subir la camioneta, los hombres alrededor solo se burlaban de ella por el gesto, 4 horas de viaje por los trabajos en la autopista, llegar a mi pueblo y tomar otro taxi, "300 la carrera corta" señor en la mañana pague 120, la aumentaron hoy, me replico ese buhonero del volante, porque taxista no era. Llego a mi casa y en el "Guárico potencia" la luz se va todos los días, hoy por lo menos hay agua, luego de un baño, me tomo un café (de esos a Bs. 520 el kilo) salgo al balcón cuando veo que roban al vecino del frente al momento de entrar a su casa, "hijo de puta" fue lo que se escuchó y acto seguido una carrera digna de Usain Bolt, el muchacho robó un bombillo del estacionamiento, la verdad tiene talento para correr, lástima que aquí nadie lo ve.
Un día normal, este no incluye colas por comida, ni abusos en los bancos, tampoco visitas al parque, de esos hablaré más adelante, mi pregunta es, ¿Cómo somos uno de los países más felices del mundo? ¿A quién le preguntan en las encuestas? Durante el día, todos estaban malhumorados, ¿De quién es la culpa que no podamos sonreír?
Nos llevaron a sobrevivir a diario y créanme eso no es vivir. Nos gobiernan mal, nos roban, la desconfianza es la premisa y los valores no existen. Como dice la canción. "No basta rezar", alguien me dirá, "aquí lo que hay que hacer es hacer", muy bien, ¿Y qué hacemos?
La tragedia de nuestro diario caminar, la inseguridad, el desabastecimiento, los abusos, el oportunismo, el rebusque, la falta de valores y el humor, porque todo lo mitigamos con humor…
No basta rezar, No basta votar…

1 comentario: