Crónicas de un día normal (1era. parte)
Las caras tristes de un pueblo alegre…
Salgo temprano en la mañana a una diligencia bancaria. He
tomado todas las previsiones necesarias para evitar sustos así que me enfrento
a la calle como lo hacen todos los días miles de venezolanos en este alegre
país.
Treinta minutos esperé por un taxi. No hay casi unidades,
entre la falta de repuestos y la inseguridad cada día hay menos taxistas en la
calle, así me comentó el señor que finalmente me llevo al terminal.
Allí otra espera, la gente molesta por la ausencia de
unidades, las razones son las mismas y se le suma que más de un conductor ha
dejado el trabajo por ponerse a "Bachaquear"dicen algunos en la cola,
porque en estos días se hace cola por todo. Y yo que no hago colas ni para
cobrar cheques no tenía el mejor de los ánimos.
Arranca la camioneta, "250 Bs. señor" un aumento
sin autorización, si no está de acuerdo se puede bajar, un señor muy mayor
exigiendo respeto por su edad, esfuerzo inútil. Quien cobra le dijo que tenía que pagar completo
porque tenían muchos de la tercera edad, la respuesta es la misma, "Si no
quiere pagar completo se puede bajar", suena Romeo Santos, "Los
infieles" a mi lado una muchacha de unos 18 años bailaba y cantaba
mientras le daba "pecho" a su hija recién nacida, "¿coño será
que me bajo?" pensé por un
instante, no lo hice… Seguimos adelante,
viendo a los lados saco mis audífonos, en un intento de suavizar la
realidad, en mi Ipod suena Ilan Chester, por más que quieres darle otro color a
tu alrededor la realidad te cachetea…
Un conductor que no respeta límites de velocidad, Buhoneros
ofreciendo platanitos "orgánicos" mi hermano escribe en
Whatssapp que no coma eso que pueden
estar contaminados, escucho Green day, la muchacha sigue bailando, ahora
regueton, se para la camioneta en plena autopista y se montan unos efectivos de
la Guardia Nacional, "Señores necesitamos que nos muestren sus
cédulas" están buscando colombianos indocumentados, la muchacha a mi lado dejo de bailar, no tiene cédula,
muestra un papel, la dejan quieta, "quien se cala el carajito llorando,
eso te salvó" le dice el guardia con un acento oriental. Seguimos, suena a todo volumen Eddie
Santiago, en mis audífonos Cerati, El Gobierno Bolivariano está reparando la
Autopista, la cola es tremenda, una hora parados casi, un viaje de dos horas se
convierte en tres y media para llegar a
Caracas.
"La Bandera" es un sitio hostil, hay que estar
pendiente, mosca con todo, caminar hasta el Metro siempre es azaroso, corriendo
el riesgo me dejé los audífonos puestos, sonaba ahora "La Mala
Rodríguez", El Metro de Caracas, ese espacio de avanzada en el pasado es
tierra de nadie hoy, un sálvese quien pueda donde todos van a por lo suyo.
Llegar a Plaza Venezuela es toda una aventura, que se hace cotidiana sin dejar
de ser extrema.
Llego a mi banco y solo me tomó un minuto, "espere un
correo electrónico, todo está bien", ¿y por qué no me dijeron eso por teléfono? Me hubiese
ahorrado este baño de realidad.
El regreso casi con las mismas características, dos señores
en el Metro intercambiando experiencias en las colas por alimentos, "¿y
había azúcar y café? No "el mío" nada de eso". El Metro es una experiencia casi extrema. En
el pasado quedo aquello de "Dejar salir es entrar más rápido" Ahora entras rápido porque si, un caos digno
de una escena de naufragio, se vive a diario y es tan cotidiano que la gente ya
lo asume como normal. En "La Bandera" de nuevo, la muchacha que esta
chequeando con el detector de metales ayuda a un minusválido a subir la
camioneta, los hombres alrededor solo se burlaban de ella por el gesto, 4 horas
de viaje por los trabajos en la autopista, llegar a mi pueblo y tomar otro
taxi, "300 la carrera corta" señor en la mañana pague 120, la
aumentaron hoy, me replico ese buhonero del volante, porque taxista no era.
Llego a mi casa y en el "Guárico potencia" la luz se va todos los
días, hoy por lo menos hay agua, luego de un baño, me tomo un café (de esos a
Bs. 520 el kilo) salgo al balcón cuando veo que roban al vecino del frente al
momento de entrar a su casa, "hijo de puta" fue lo que se escuchó y
acto seguido una carrera digna de Usain Bolt, el muchacho robó un bombillo del
estacionamiento, la verdad tiene talento para correr, lástima que aquí nadie lo
ve.
Un día normal, este no incluye colas por comida, ni abusos en
los bancos, tampoco visitas al parque, de esos hablaré más adelante, mi
pregunta es, ¿Cómo somos uno de los países más felices del mundo? ¿A quién le
preguntan en las encuestas? Durante el día, todos estaban malhumorados, ¿De
quién es la culpa que no podamos sonreír?
Nos llevaron a sobrevivir a diario y créanme eso no es vivir.
Nos gobiernan mal, nos roban, la desconfianza es la premisa y los valores no
existen. Como dice la canción. "No basta rezar", alguien me dirá,
"aquí lo que hay que hacer es hacer", muy bien, ¿Y qué hacemos?
La tragedia de nuestro diario caminar, la inseguridad, el
desabastecimiento, los abusos, el oportunismo, el rebusque, la falta de valores
y el humor, porque todo lo mitigamos con humor…
No basta rezar, No basta votar…
Que triste normalidad...
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